En el post de hoy, empezaremos hablando sobre la raíz del problema en cuestión para entender cómo se crean los prejuicios para, más adelante producirse las conductas discriminatorias.
Normalmente, cuando conocemos a una persona, automática e inconscientemente nos creamos una opinión sobre ella. Desde el primer encuentro que tenemos con las personas les ponemos etiquetas. Esto lo hacemos porque los humanos tenemos la necesidad de ordenar y simplificar toda la información que tenemos a nuestro alrededor. Por lo que también organizamos a las personas en grupos o categorías.
Pero estas etiquetas nos llevan, en muchas ocasiones, al odio de aquellas personas que no encajan con nuestra forma de pensar o que no pertenecen a nuestro grupo social. Esto ocurre porque le adjudicamos unas valoraciones que la mayoría de las veces no son objetivas, surgen de atajos que sigue nuestra mente para procesar la información. Estos atajos se llaman SESGOS INTERGRUPALES (Blanco, Horcajo y Sánchez, 2017).
Los sesgos intergrupales son respuestas evaluativas emocionales, cognitivas y conductuales equivocadas respecto a otro grupo que dañan y desprecian al grupo y a las personas que lo componen, ya puede ser de manera directa o indirecta (Dovidio y Gaertner, 2010).
Todo esto ocurre porque le adjudicamos una imagen a una persona según el grupo al que pertenece (esto se llama categorización). Además, las personas mostramos preferencias a los grupos y personas que comparten características con nosotros frente a los que no lo hacen, son extraños. Y, por último, porque no paramos de comparar nuestras habilidades, opiniones y competencias con las de los otros sin objetividad (comparación social) (Blanco, Horcajo y Sánchez, 2017).
Los sesgos intergrupales son respuestas evaluativas emocionales, cognitivas y conductuales equivocadas respecto a otro grupo que dañan y desprecian al grupo y a las personas que lo componen, ya puede ser de manera directa o indirecta (Dovidio y Gaertner, 2010).
Todo esto ocurre porque le adjudicamos una imagen a una persona según el grupo al que pertenece (esto se llama categorización). Además, las personas mostramos preferencias a los grupos y personas que comparten características con nosotros frente a los que no lo hacen, son extraños. Y, por último, porque no paramos de comparar nuestras habilidades, opiniones y competencias con las de los otros sin objetividad (comparación social) (Blanco, Horcajo y Sánchez, 2017).
La aplicación no me deja votar, pero he de añadir que estoy asombrada con esta explicación. Muy interesante.
ResponderEliminarEstamos solucionando la opción de votar, ¡muchas gracias por visarnos y por leernos!
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